domingo, 10 de diciembre de 2017

La esencia es el nazareno

Viene produciéndose estos días un debate antiguo, de esos que cíclicamente salen como solución a algunos de los problemas de la Semana Santa, estoy refiriéndome a limitar el número de nazarenos de las diferentes corporaciones. Esta vez ha sido el conocido cofrade Joaquín Moeckel el que ha tenido la ocurrencia, no hace mucho fue la propia policía la que insinuó esta medida. Me extraña mucho que desde el Ayuntamiento se propongan estas medidas, es como si ante el crecimiento demográfico de un barrio o municipio se propusiera limitar el número de vecinos que allí viven, en vez de ajustarse a las nuevas circunstancias y dotar a la zona de más servicios y transporte público. 

Estamos acostumbrados a crear soluciones pueriles, como esta, para problemas complejos y que requieren de medidas más elaboradas que la del primer iluminado que se quiera acercar por Palacio en plan superhéroe. Poner un 'numerus clausus' o un mínimo de tres años como hermano, poco iba a solucionar, entre otras cosas porque si cogemos una por una a todas las cofradías veríamos que la mayoría no están sobredimensionadas, es decir, debemos estudiar la forma de adaptarnos a los tiempos, a la demografía de la ciudad y a la fisonomía actual de sus calles pero sin ir contra su esencia. La solución nunca debe ser eliminar lo que sostiene toda la fiesta: el hermano nazareno.

Yerra quien una y otra vez equivoca religiosidad popular con religión litúrgica. La Semana Santa es religiosidad popular e intentar convertirlo en una celebración litúrgica de la Iglesia o pretender darle un orden místico y estrictamente religioso es no entender de que estamos hablando. La base de la celebración es que haya gente participando - pueblo - decir que hay quien sobra es mutilar la esencia misma de lo que se celebra. Ya no por una cuestión monetaria, que también, sino por una cuestión antropológica y social, la Semana Santa sin nazarenos es nada. 

Nos molestan los nazarenos porque estamos acostumbrados a una sociedad de consumo rápido, queremos no tener que esperar una hora para ver un paso, pretendemos consumir el "producto" sin tener la más mínima molestia. Y claro, ahí el nazareno nos molesta, es quien no para de pasar y el que provoca que nosotros perdamos una hora. Mucho del trasfondo de este asunto es ese, no nos engañemos con otras cuestiones meramente técnicas o de recorridos. Es más fácil quitar de un plumazo al nazareno, que asumir que tenemos solucionar una problemática compleja. Aquí somos expertos en parches y neofitos en soluciones elaboradas y estudiadas. 

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