La
frase que da titulo a este artículo se ha hecho famosa en estos días
porque fue la contestación que dio Rodrigo Rato -el que fuera
Vicepresidente y Ministro del gobierno- cuando le preguntaron por su
implicación en el desfalco de Bankia. Obviamente cada situación tiene un
contexto muy diferente y no son comparables, pero a una parte de todo
lo que ha ocurrido con el tema de la Banda de las Tres Caídas del
Realejo y la Hermandad de las Aguas, sí se le puede aplicar la frase. El
asunto no es complejo, pero tiene matices que deben ser analizados
detenidamente y creo que se falla si se quiere ver de una manera global o
buscando un solo culpable y un solo inocente.
Por
un lado está el tema del ofrecimiento de dinero de la banda a la
hermandad. El asunto ha traído mucha polémica, en mi opinión, hipócrita,
ya que es algo que más o menos sabemos que se hace actualmente en
algunas hermandades. El mercado de las bandas, queramos o no, es eso, un
mercado, donde cada uno mira por sus intereses y busca la forma de
ganar dinero y prestigio. Esto siempre y cuando se haga de manera legal y
con unas mínimas reglas de decencia, no creo que sea tan grave. Cada
banda es libre de ofertarse donde le plazca y cada junta de gobierno
puede elegir a la banda que más le convenza, siendo banda y hermandades
las que establecen las condiciones de esa relación contractual. Distinto
es cuando para conseguir esos contratos se hacen artimañas sucias o la
procedencia del dinero no es del todo legitima, ahí, igual que se debe
hacer en el exterior de la burbuja cofrade, hay que intentar denunciarlo
y no permitirlo. Se habla mucho estos días de la cuantiosa donación de
la banda a la hermandad, ¿por qué no se habla ese tema cuando conocidos
personajes de la sociedad sevillana hacen esas donaciones a grandes
hermandades? Podemos intuir, visto además el desarrollo posterior de los
acontecimientos, que algunas de esas donaciones no son realizadas con
dinero blanco, sino más bien todo lo contrario. Nadie entonces alza la
voz. No hay que ser muy valiente para ir contra una banda de Granada,
pero sí hay que serlo para ir contra la nobleza o empresarios sevillanos
que se mueven en determinados círculos de la ciudad, especialmente si
uno también pretende moverse en esos círculos. Y en Sevilla, valientes,
lo que se dice valiente, los podemos contar con los dedos de un muñón.
Visto
este asunto tenemos que pararnos en otro, en mi opinión el más grave.
El nombre de la Hermandad de las Aguas o la Banda de las Tres Caídas del
Realejo parece estar en entre dicho, pero las organizaciones están por
encima de las personas. La Hermandad de las Aguas son sus hermanos, los
cuales en este caso están siendo victimas y encima están teniendo que
sufrir el rubor de ver como juegan con el nombre de su hermandad. Una
barbaridad. Sean valiente y nombren a las personas, no involucren a las
instituciones en estos desmanes. Hablemos claro, esto ha sido un juego
entre dos bandos, uno encabezado por Antonio Arrondo -hermano mayor de
las Aguas- y otro por Francisco Antonio Huertas -presidente de la banda
de Tres Caídas de Realejo- ambos, y cada uno por una cosa diferente, han
perdido las formas. Por un lado Antonio Arrondo, que es reincidente en
esto de dar su palabra a una banda y dejarla tirada a los pocos días, si
no, que pregunten por el Sol. Personalmente considero que quien no es
leal a su palabra, pierde su dignidad; quien pierde la dignidad, lo ha
perdido todo en esta vida. Por otro lado Francisco Antonio Huertas, que
aún siendo engañado, utiliza a los medios oficiales de la banda para lo
que ya es una batalla personal. Vaya usted a juicio, es lícito, yo
también lo haría, pero no quiera convertir su disputa personal en un
show mediático utilizando los medios de la organización que preside.
La
banda son sus músicos y la hermandad son sus hermanos, Antonio y
Francisco son sus representantes legales coyunturales, pero me da la
impresión que actúan sin entender esto y buscando simplemente saciar su
ego y no por el bien del colectivo. Al igual que Bankia eran sus
clientes y a la vez han sido las victimas, ahora no debemos mezclar a
quienes integran una organización con quienes mal ejercen su poder.
Centremos el debate en los responsables y dejemos en paz a hermanos,
músicos y el nombre de la banda y hermandad, porque todo lo que rodea a
este asunto da mucho asco y es de una vergüenza sonrojante, amigo.
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