domingo, 29 de abril de 2018

Cerrado por Feria

Pasados los efluvios del rebujito y de la manzanilla de Sanlúcar, creo que es digno de mención destacar lo que año tras año ocurre, durante la semana de Feria, en algunas iglesias y en la gran mayoría de hermandades. Partiendo de la base que, en mi opinión, no es igual de recriminable la decisión de una hermandad, que la de los diversos párrocos que cierran sus templos y suspenden las misas en función de la fiesta profana por excelencia. 

No parece serio que todos los años se decida anular misas para poder ir tranquilamente a los Remedios a idolatrar al dios Baco. No soy nadie para entrar en la liturgia de la Iglesia, pero sí rechina, y mucho, que en tiempos donde algunos falsamente van de víctima y esgrimen un anticlericalismo social, sea la propia Iglesia la que decida plegarse a lo profano y suspender sus sagradas misas. Lo del falso anticlericalismo quiero que se me entienda, no se puede negar que existen personas con ideología anticlerical, como nadie puede negar que hay personas con ideología nacionalcatalocista. Si miramos uno por uno los que acceden al poder, veremos que los segundos son una amplia mayoría con respecto a los primeros, y el poder es quien moldea las sociedades.

En este contexto se admite con una extraña naturalidad la suspensión de misas por parte de los sacerdotes, pero si por ejemplo un partido con tintes anticlericales estuviera en el poder y dictaminara que se deben suspender las misas durante la Feria, a buen seguro habría manifestaciones, el ejercito de meapilas alzaría la voz en las redes sociales y los columnistas afines al régimen vaticano escribirían durísimos artículos; todos ellos llevarían razón, porque no parece lógico que los ámbitos profanos y religiosos funcionen como vasos comunicantes. Sin embargo, ahora todos esos callan o incluso justifican. Tenemos un mismo hecho con una respuesta muy diferente, en función exclusivamente de quien sea el ejecutor. No parece que eso sea ni muy racional ni muy sano.

Al principio decía que hay que distinguir entre parar la actividad de una hermandad durante una semana y cerrar iglesias y suspender misas. La diferencia es evidente, la vida de una hermandad, que no tenga cultos cercanos, se puede parar una semana y no influye en nadie, es más, muchos hermanos harán vida de hermandad en el Real, algo que particularmente no veo mal. Sin embargo, la iglesia cerrada y sin misas deja abandonadas a muchas personas que necesitan de ese rato con Dios, personas mayores o desvalidas que lo de pedirse tortillas en platos de plástico y jarras de rebujito les queda lejos, para las cuales esa media hora diaria de rezo es lo más importante del día. No estaría mal que el año que viene los "íntegros" internautas y articulistas alzaran la voz, aunque fuera solo por defender a estas personas, a las cuales utilizan muchas veces a lo largo del año, pero que a la hora de la verdad las desprecian y abandonan. 

domingo, 22 de abril de 2018

Todo lo que un inmovilista no te explica (y II)

En la primera parte de este artículo vimos varios aspectos que afectan a la Semana Santa, especialmente centrados en el Martes Santo. Hoy vamos a seguir desarrollando la misma idea, ampliando los temas que los inmovilistas repiten más y demostrando como en todos los casos carecen de fuerza argumental. Seguiremos centrando el foco en el Consejo y su junta superior, principalmente por ser ellos los que abanderan la defensa del inmovilismo (caos, recuerden) y porque son los máximos responsables de la tropelía que se cometería, si no escuchan a los hermanos mayores del Martes Santo.

Advierte el presidente del Consejo que desde que se aprobó hacer la carrera oficial de Catedral a Campana, se anunció que era con carácter excepcional. Es cierto, pero la pregunta es ¿qué sentido tiene dar carácter excepcional a una prueba? Ningún sentido. El ensayo que se hizo no es una salida extraordinaria, sino que es la búsqueda de la solución a un problema. La jornada lleva décadas siendo un desaguisado, la hermandades estaban hartas de estar hartas, ahora dan con una mejora, que no rompe en nada la Semana Santa, queda demostrado que es mucho mejor que lo que había, y aún así hay quien piensa, no sé sabe muy el porqué, que debemos volver atrás. No hay explicación racional para ello, y una institución como el Consejo siempre debería estar regida desde la racionalidad y no por el interés o gusto particular de los que mandan. ¿Por qué se dice no querer una Semana Santa a la carta, si en la Semana Santa todo es a la carta? Se le intenta dar un carácter peyorativo a la expresión "a la carta", cuando en realidad en este contexto es sinónimo de mejor. Insisto en un cuestión importante que hablamos la semana pasada, cuando se dice que hay muchas soluciones antes que la inversión de la carrera oficial, es una consigna repetida de manera vacía. Lo importante no es la cantidad, sino la calidad de las mismas, y sobre todo, qué se digan cuales son esas soluciones, porque llevan ya varias Semana Santa en el poder y no parece que hayan aplicado esas pócimas mágicas. ¿Por qué? Muy fácil, porque son embustes, no existen esas opciones. Siguen practicando lo que llevan años haciendo: los juegos de trileros.

Cuando Joaquín Sainz de la Maza estaba en campaña electoral decía en sus entrevistas que había que fomentar los acuerdos de hermanos mayores. Incluso una vez que llegó al poder seguía manteniendo que el Consejo no podía interferir en las decisiones de las hermandades, que los cambios debían llegar por acuerdos unánimes de los hermanos mayores. El Martes Santo dio una lección a todos, sabiendo llegar no solo a un acuerdo unánime, sino a una solución que se acerca a la Semana Santa del siglo XXI. Si la junta superior impide este avance, pasarán a la historia como uno de los mandatos peores de la historia del Consejo, no solo son incapaces a la hora de encontrar soluciones - cosa que es tradición en la casa - , sino que ahora se le uniría echar para atrás el trabajo a quien sí ha encontrado esas soluciones.

No es baladí todo lo que ronda al Martes Santo. En realidad estamos decidiendo que Semana Santa queremos tener los cofrades las próximas décadas. Hay dos opciones, una la de seguir igual, haciendo pequeñas chapuzas que se venden como soluciones, caso de la Madrugá de este año o la que se comenta de abrir Campana por la calle Martín Villa. La opción inmovilista implica que los cofrades seguimos en riesgo, especialmente los que se encuentran en calle Sierpes, por ejemplo. Justifica los aforamientos y las calles vacías en unos puntos y aglomeradas en otros. Supone las entradas peligrosas a las cuatro de la madrugada y los eternos parones, que son el mayor atrayente para las peligrosas sillitas. Una mala planificación conlleva problemas, inconvenientes y riesgos latentes de seguridad. La otra opción es la de cambiar la mentalidad, entender que la innovación es el progreso. Comprender que la Semana Santa no se arregla ni en "combebencias" de hermandades ni entre papelones de pescado frito. La advertencia que hay que decirles a los inmovilistas es que ellos no defienden la tradición, que ésta siempre se defiende desde el progreso, porque lo contrario es la destrucción de la misma. 



domingo, 15 de abril de 2018

Todo lo que un inmovilista no te explica (I)

El pasado 27 de marzo Sevilla vivió una jornada de esas que seguramente se recordarán durante mucho tiempo. Las hermandades del Martes Santo realizaron el recorrido de la Carrera Oficial en el sentido inverso al habitual. Ninguna de las ocho hermandades considera que los recorridos anteriores fueran mejor, algunas sí avisan que hubo problemas, como es lógico, pero en todo caso son más fácil de solucionar que los que hubo en 2017 y años anteriores. Incluso esta misma semana los hermanos mayores tuvieron una comida con el delegado del día y mandaron un mensaje conjunto de satisfacción. Ese mensaje de unidad no fue casual, llegó pocas horas después que se supiera que Joaquín Sainz de la Maza había declarado de manera unilateral la decisión de no repetir en 2019 el Martes Santo de 2018. 

El menosprecio del presidente a la institución que preside es cada más decepcionante, preocupante y triste. Lo digo por varias razones, en primer lugar este anuncio lo hace en un acto organizado por una entidad privada y en un recinto ajeno al mundo cofrade. En mi opinión, lo razonable y el respeto a la institución sería anunciar un asunto de tanta envergadura en las dependencias del propio Consejo, en una rueda de prensa con todos los medios que quieran asistir y con la presencia, como mínimo, de su Junta Superior. En ese acto estaban, además del presidente del Consejo, algunos integrantes de ese grupo de sevillanos que tanto gustan de darse premios entre sí mismos para sentirse reconocidos por alguien (Joaquín Moeckel, Francisco Robles y Francisco Berjano), ninguno de ellos miembro ni del Consejo actual ni mucho menos de su Junta Superior. ¿Este anuncio estaba hablado con alguien del Consejo o ha sido una decisión personal del presidente? Decía Juan José Morillas - delegado del Martes Santo - que Joaquín Sainz de la Maza había expresado una opinión nada más. Su rotundidad no fue la de una opinión, sino la de una resolución en firme, lo cual aumenta la tesis de estar ante una acción unipersonal y dictatorial, algo peligroso que va contra los estatutos de su institución. Todos sabemos que la decisión final no la toma el presidente en ese acto entre amigotes, sino que tendrá que decidirse en el pleno que se convoque seguramente antes del verano, pero Sainz de la Maza ya ha marcado la línea tanto, que pone en un compromiso al que quiera salirse de ella. Se llama coacción a sus compañeros.

No esperar al pleno que tiene que decidir estos asuntos es también no respetar a la institución. Parece que hay prisas por descartar esta opción, la cual a día de hoy es la que mejor ha funcionado. Los argumentos de los contrarios a esta opción son cada vez más flojos y banales. Se sigue diciendo que se pierde el sentido de la estación de penitencia pero, como ya hemos demostrado en otros artículos, ese sentido está perdido por la existencia de la carrera oficial, no por hacer antes la Catedral o la Campana. Se comenta que este plan es malo porque se pierde brillantez en Campana, esto es un aspecto secundario, pero a la vez es falso, nada más que hay que ver el misterio de San Benito este año, por ejemplo. Otra premisa vacía de contenido es los que dicen que las hermandades con este mismo orden, pero con el sentido tradicional, también solucionarían sus problemas. Otra falsedad, que alguien diga con que orden hay menos cruces que ahora y la última hermandad pueda entrar sobre las 2,30 horas, añadiendo que no se creen flujos críticos de personas durante la jornada. No existe. Los propios hermanos mayores del Martes Santo son personas que tienden más al inmovilismo que a la innovación, pero la experiencia les ha demostrado que esta es la opción más sensata y la que soluciona gran parte del problema.

Quizás la frase más cínica que se repite es la de "las hermandades del Martes Santo han demostrado que si se quiere, se puede". El presidente Sainz de la Maza la repite una y otra vez, por ejemplo. Es obvio que el Martes Santo las hermandades querían demostrar que su idea era beneficiosa y pusieron empeño en ello, pero eso no quita que no siempre querer es poder. San Esteban, por ejemplo, por mucho que quiera, en la angosta Francos no puede ni andar ni expandir su cortejo, porque justo delante tiene a Los Javieres y detrás a Santa Cruz. La Candelaria, el Dulce Nombre, Santa Cruz... no querían tener grandes parones al llegar a Campana, pero era el pan suyo de cada año ¿qué van a hacer? Tampoco quería Dulce Nombre entrar a las cuatro de la madrugada, pero si su palio sale de la Catedral cerca de la una de la madrugada, ¿qué hace? ¿Se teletransportan o cogen el coche de Fernando Alonso para estar a una hora decente en la plaza de San Lorenzo? ¿Piensa alguien en su sano juicio que el colapso de este Domingo de Ramos fue provocado porque a las hermandades les gusta estar hasta 50 minutos a pie quieto? La Estrella estoy seguro que no quería ese parón que destrozó a su cuerpo de nazarenos y costaleros ¿Quieren San Roque, La Hiniesta y La Cena ir juntas creando un conflicto en la Cuesta del Rosario? ¿Quiere Los Panaderos organizarse en una capilla pequeñísima por la que están pasando por su puerta todo el día y toda la noche cofradías? ¿Quiere La Lanzada llevar delante a el Buen Fin? ¿Quiere la O ser la segunda parte del cortejo del Cachorro? ¿Es por gusto que la Esperanza de Triana llegue a Campana cuando la Macarena no ha pasado y queda por tanto por pasar la Hermandad del Calvario al completo? ¿Apetece a alguien tener una cofradía 30 minutos parada según horario oficial? (sin contar posibles retrasos) ¿Le gustaría a Los Negritos y La Carretería llegar y poder entrar en la Catedral o prefieren el parón que se llevan casi todos los años esperando que acaben los oficios? ¿Quiere El Silencio dar vueltas y vueltas hasta poder llegar a su sede? ¿Quiere El Museo entrar a las horas que entra o esperar lo que espera algunos Lunes Santo en la calle Alfonso XII? No quiere ninguna, está claro, y por mucho empeño que pongan tienen unas limitaciones físicas evidentes. Limitaciones que vienen provocadas porque los encargados de organizar la Semana Santa hacen año tras año una planificación de parvulito y cuando un grupo de ocho de personas les hace un planteamiento profesional, encima se molestan, les hiere el orgullo y se lo quieren echar para atrás.